Desde la fundación romana de
Pamplona el solar de la Catedral siempre ha sido elegido como sede del principal templo cristiano de la ciudad. Allí fue precisamente donde
Carlos III El Noble ordenó construir el actual recinto al más puro estilo gótico, inspirándose en otras fabulosas
catedrales como la de Bayona, en Francia. Su ubicación en pleno
Camino de Santiago, hizo que el edificio presentara un ábside poligonal con deambulatorio, característico de las iglesias de peregrinación.
La catedral de Pamplona fue restaurada entre 1992 y 1994 en unas obras que rescataron parte de la rica policromía que en origen cubría muros, pilares y cubiertas, y que ocultaba un repinte de 1773 que imitaba el color de la piedra, y que acrecentaron la luminosidad del templo, con lámparas recubiertas en plata forjadas en talleres de Granada. Las obras de restauración confirmaron la existencia de templos anteriores de los siglos VI y X, además de permitir la aparición de
una cripta románica bajo el ábside izquierdo del templo.
La fachada de la catedral, de factura neoclásica, es, sin duda, el elemento más polémico del conjunto; obra del arquitecto madrileño
Ventura Rodríguez, el cabildo la mandó construir en 1783 para sustituir a la primitiva románica, muy deteriorada. Afortunadamente, hoy todavía podemos contemplar sus bellos capiteles en el
Museo de Navarra. Su cuerpo principal es fiel reflejo del templo griego, con frontis y columnas, a cuyos extremos se erigen dos altas torres, una de las cuales alberga la
Campana María, que con sus 12 toneladas es la segunda más pesada de España. Cuenta la tradición que el límite del territorio que denominamos "Cuenca de Pamplona" está marcado por aquellos lugares hasta donde llega el tañido de esta campana.
Ya
en el interior, la planta de cruz latina cuenta con tres naves, capillas entre los contrafuertes y cabecera con capillas que forman la girola. El grandioso y austero templo está cubierto con bóvedas de crucería, ventanas de tracerías flamígeras y dos rosetones.
En la nave central se encuentra el
Mausoleo a los Reyes de Navarra Carlos III el Noble y Leonor de Trastámara, obra de soberbio valor artístico realizada en alabastro por Johan Lome de Tournai. El conjunto escultórico se completa con 28 figuras plorantes de nobles y alto clero que rodean a los reyes yacentes, sobre una cripta que guarda restos de monarcas y príncipes enterrados.
Preside el templo la talla de madera revestida en plata de Santa María la Real. Ante esta virgen románica del siglo XII,
la más antigua de las imágenes marianas conservadas en Navarra, se coronaban, bautizaban y bendecían los reyes navarros.
El retablo de Caparroso (1507), el lienzo de Fray Luis Ricci (1632), ambos en la girola, o el Santo Cristo crucificado,
obra maestra de Juan de Anchieta (siglo XVI), que se encuentra nada más entrar a la izquierda, son las obras artísticas más sobresalientes del recinto religioso.
La Catedral es rica en ajuar y dependencias. De visita obligada es el
claustro, uno de los mejores ejemplos del gótico universal; en esencia, una combinación magistral de curvas y rectas dominada por las grandes arcadas ojivales y treboladas, rematadas por pináculos con maineles, decoraciones y tracerías de gran elegancia. Sus columnas y paredes están decoradas con
grafitos que han sobrevivido a los avatares del tiempo. Se trata de interesantes inscripciones y dibujos fechados entre los siglos XIV y XX, entre los que destaca un conjunto de dibujos de torres medievales, escudos, apellidos, o consignas de la Guerra de la Independencia. Todos ellos están siendo estudiados en la actualidad.
Al conjunto, que presenta cuatro corredores, se puede acceder a través de dos bellísimas
puertas: la de
la Preciosa, cuyo nombre deriva del salmo que los canónigos cantaban al pasar por ella para acceder al dormitorio:
«Pretiosa in conspectu Domini, mors sanctorum eius», y la de
Nuestra Señora del Amparo, cuyo tímpano destaca por el dramatismo que relejan sus personajes en la Dormición de la Virgen y en cuyo mainel central, observamos la imagen gótica de una sonriente virgen protegida bajo un decorativo dosel.
Durante el recorrido, merece la pena detenerse en el sepulcro de Leonel, hijo bastardo de Carlos II, y en la
Capilla Barbazana, que guarda bajo
bóveda estrellada el sepulcro del obispo Arnalt de Barbazán y que preside la Virgen del Consuelo, una excepcional imagen gótica realizada en piedra policromada.
Completan las dependencias catedralicias la Biblioteca, con más 14.000 volúmenes, la Sacristía rococó, y el Refectorio y la Cocina, con una gran chimenea de 27 metros de altura, en los que se ubica
el Museo Diocesano. Este museo alberga una valiosa decoración de arte sacro, entre la que destaca una colección de tallas medievales de la Virgen.
Una magnífica y equilibrada panorámica del conjunto catedralicio se contempla, sin lugar a dudas, desde el
mirador del Parque de la Media Luna. Aproveche su visita para conocer las
murallas y el
centro histórico de Pamplona.